Saludos desde España.
Empezaré por decir que tengo 50 años y mi esposa 49. Llevamos 27 años juntos y 24 casados.
Ya nos conocimos siendo ambos como somos, ella una chica liberal amiga de follar con todo el que le apeteciese ("es mi deporte" decía ella) y yo un hombre tímido, apocado, que descubrió a su lado el placer de ser cornudo. Cuando conocí a Amelia ella era algo así como la mascota oficial de un grupo de amigos míos, o sea, la putilla que todos tenían a mano para echar un polvo cuando les apetecía, aún teniendo otras novias. Y a ella eso le gustaba, le encantaba el sexo y además sin compromiso pues nunca fue nada romántica sino una mujer libre, dueña de sí misma y muy práctica. El caso es que yo, a los 23 años, sólo había follado un par de veces con una chica tan tímida como yo, con la que salí una temporada, y todo fue muy rápido. Nunca me habían hecho una mamada.
Entonces Amelia se acostó un día conmigo, por indicación de los otros, ya que era él pobrecito que faltaba y que siempre estaba al margen. O sea, por conmiseración como me confesó tiempo después.
Y yo me enamoré de ella. Resumiendo por no alargar: empezamos a salir y terminamos por casarnos para sorpresa de nuestros amigos algunos de los cuales me dijeron que si estaba loco, que Amelia estaba "muy vista", que se la habían follado montones, que iba a ser el hazmerreír. Pero yo ya había descubierto que me gustaba ser cornudo y sumiso, que mis amigos y quien conociera a mí mujer me hiciera bromas y se riera un poco de mí por ser cornudo.
¿Por qué se casó ella con alguien como yo? Pues porque, como me dijo, yo era perfecto para ella: le daba cariño, estabilidad, un hogar, una apariencia de respetabilidad ante la familia y su vida laboral, y al mismo tiempo nunca le iba a poner pegas para que follara con quien quisiera, como siempre había hecho.
Y así han trascurrido todos estos años y somos felices cada uno disfrutando de sus gustos: ella de sus amantes y yo de mis cuernos y mi humillación.
Y es que me gusta estar a sus órdenes y a las de sus machos. Ya de mano debo decir que yo soy bajito, ella me saca cuatro centímetros, y encima se pone tacones para dejar clara su superioridad sobre mí. Sí, nuestras familias y todos los que nos conocen, aunque ignoren nuestra vida sexual, saben que ella es la que manda en el matrimonio.
Con los corneadores, muchos de los cuales son amigos de siempre o que lo fueron después, me gusta ser servicial, atenderles como se merecen por el favor que me hacen al atender a Amelia y alimentar mi morbo, y por el consiguiente reconocimiento a su superioridad como machos, pues ellos son capaces de hacer bien y con maestría aquello en lo que yo soy torpe. Siempre me corrí enseguida, no lo puedo remediar.
Me gusta que me manden Wathsapps, mensajes, memes y chistes de cornudos, que me tomen el pelo y que se burlen un poco de mí. Que me cuenten lo buena que está "la puta de tu mujer" y cómo se la follan, lo que le hacen...
Sé que lo mío no es muy habitual, y si lo cuento aquí es precisamente por mi tendencia y gusto por ser humillado como cornudo. Me gusta exhibir mi condición dentro de nuestra esfera o desde el anonimato con desconocidos, como hago ahora.
Dadme pues vuestra opinión, sincera y sin tapujos, sin pelos en la lengua, y yo os iré contando cualquier cosa que os apetezca saber.